“El liderazgo de una no debe centrarse sólo en una parte, pero creo que como una líderesa de las mujeres, tenemos que ponernos en un marco que es hacer el bien.” -Jani Silva
Introducción
Jani Silva nació en el corazón de la Amazonas, y desde su nacimiento vivió una vida interconectada con la naturaleza. Estar en el centro de una de las selvas más prósperas también significa estar en el epicentro de los peligros de la selva -incluyendo la violencia del cambio climático y la fragmentación de los grupos armados forzando la producción de coca. En Colombia, Global Witness ha registrado que 382 personas defensoras de la tierra han perdido la vida entre 2012 y 2022 estas personas han sido asesinados por su trabajo de protección de la tierra y el medio ambiente. En 2023, Front Line Defenders documentó que de todo el mundo la región de las Americas cuenta con 79% de homicidios de las personas defensoras con Colombia liderando como el contexto más peligroso. La red colombiana de la sociedad civil Somos Defensores documentó que sólo el 5,2% de todos los asesinatos se han resuelto legalmente. Las raíces de Jani en la tierra son profundas y expansivas, lo que le permite continuar su trabajo para proteger la Amazonía mientras se enfrenta a duras batallas para garantizar un futuro mejor para sus comunidades.
Una líderesa natural
Durante su adolescencia, Jani acompañaba a menudo a su madre a los espacios de movimiento social de la comunidad. Se convirtió en un valioso pilar de la comunidad por ser una de las pocas personas que sabía leer y escribir bien. En las reuniones escuchaba las preocupantes historias de injusticia que ocurrían en su comunidad, lo que la empujó a implicarse más a medida que entablaba relaciones con diversos miembros. Su trabajo, como el de muchas personas defensoras, comenzó de manera informal, pero pronto se convirtió en la voz de la comunidad, denunciando abusos contra los derechos humanos y mediando en las relaciones interpersonales, incluso poniéndose en peligro por ello. Tanto como una “inspectora rural” respondiendo a las llamadas de auxilio incluso en las zonas más remotas garantizando la seguridad de su comunidad fue siempre su prioridad. Más tarde, como presidenta de la Asociación para el Desarrollo Integral y Sostenible de la Perla Amazónica (ADISPA), llevando a cabo labores de gestión territorial y educación, el compromiso de Jani con el bienestar de su comunidad es poderoso.
Proteger la tierra y la comunidad contra viento y marea
A finales de la década de 1990, el lugar que Jani Silva llamaba hogar en Putumayo se había convertido en una compleja intersección de las luchas sociopolíticas de la guerra colombiana contra las drogas. Había cultivadores de coca, fumigaciones a gran escala y un aumento de la presencia militar que obligó a la comunidad de Jani a tomar medidas activas de protección; en su caso, una Zona Campesina. Jani lideró el camino asegurándose de que cada comunidad fuera consultada en la formación ideológica y técnica de lo que se convertiría en la Zona de Reserva Campesina Perla Amazónica (ZRCPA) a finales de 2000. Gracias al trabajo de ADISPA se han conseguido varios logros, como la creación de protección para los animales salvajes, nuevas prácticas de caza y la dedicación de cada parcela de tierra cultivada a la conservación. En esencia, se trataba de un proceso de reimaginación de su relación con la naturaleza y el ecosistema dentro de su comunidad. Sin embargo, los actores armados veían estos cambios en oposición directa a sus comportamientos extractivos y ZRCPA y los implicados empezaron a recibir amenazas.
Expansión del petróleo en la región
Con el aumento de las amenazas sobre la comunidad desde múltiples ángulos, muchas personas de la comunidad se mostrarían menos activos. Jani ha declarado en entrevistas anteriores que esto provocaría que muchos fueran menos activos en la organización de la comunidad a principios de la década de 2000, dejando en última instancia espacio para que las empresas petroleras invadieran lentamente sus tierras. Además, parece que hubo un intento de evitar la contaminación del suelo y las fuentes de agua: pidieron a las empresas que utilizaran los pozos petrolíferos existentes y no abrieran otros nuevos. Sin embargo, esto no ocurrió, y las amenazas anónimas volvieron cuando las comunidades presentaron sus primeras quejas aunque, debido al complicado pasado, a algunas personas les resultaba difícil entender la priorización de la salvaguarda del medio ambiente, mientras que otras veían a las petroleras como empleadores y desarrollo para la región. ZRCPA alegó que la empresa no ha respetado su compromiso de reparar los daños medioambientales causados y la expansión autorizada dentro de ZRCPA.
Décadas de resistencia
Con más de cuatro décadas protegiendo el medio ambiente y los derechos humanos en el Putumayo, Jani se ha enfrentado a graves repercusiones por su trabajo. PBI la ha acompañado a lo largo de su carrera y ha construido una fuerte relación de la cual Jani remarcó el impacto de PBI, «cuando tenemos grandes eventos y PBI no está ahí siento que estoy desprotegida.» Fue una abierta defensora de los acuerdos de paz de Colombia de 2016, específicamente en relación con los programas de sustitución de cultivos. En 2018, la CIDH solicitó medidas cautelares de protección para Jani, así como para otras personas de su comunidad. Jani también está bajo protección a través de la Unidad Nacional de Protección del Ministerio del Interior de Colombia, pero ni siquiera estas medidas la han protegido de ser desplazada. En julio de 2021, después de que la Comisión de Justicia y Paz, que también acompañaba a Jani, descubriera un complot para asesinarla, un grupo armado la detuvo. En septiembre de este año recibió una llamada telefónica amenazándola con «volarte, con carro y todo». Estos ataques documentados, junto con todas las demás amenazas, le causaron estrés psicológico y daños, como la vigilancia por parte de militares y grupos armados y la intimidación con disparos sonoros cerca de su casa. A pesar de todo, se mantiene firme en su compromiso con el cambio.
Conclusión
Sus décadas de trabajo y los riesgos que asume para proteger a su comunidad, la tierra y el planeta que compartimos han sido reconocidos con nominaciones al Premio Nobel de la Paz. Pero lo que más esperanza le da son los jóvenes de su propia comunidad que están adoptando formas de vida diferentes. Desde integrar la horticultura ecológica hasta aprender a no tirar envoltorios de caramelos al suelo, los jóvenes serán los que marquen el camino. Para Jani, es increíblemente importante reconocer el pasado y sanar, pero espera con ilusión una versión mejor y más brillante de lo que podría ser el mundo.
Escrito por: Yadira Sánchez-Esparza