No es fácil determinar cuándo inició el proyecto PBI - Nicaragua. ¿Fue cuando la primera persona o grupo identificó la necesidad? ¿Cuándo se recibió la primera solicitud oficial de apoyo? ¿O cuándo el equipo en terreno tomó sus puestos y empezaron a poner las cosas en marcha?
En abril de 2018, cuando la vida en Nicaragua cambió para siempre debido al uso desproporcionado de la fuerza y violencia por parte de la policía y agentes parapoliciales contra las manifestaciones pacíficas, varias personas dentro de Peace Brigades International (PBI) y cercanas a la organización se preguntaron: «¿deberíamos hacer algo?».
Poco tiempo después, y en respuesta a un número creciente de peticiones de ayuda y apoyo por parte de personas y organizaciones que se enfrentaban a la amenaza directa de las autoridades y de grupos parapoliciales, un pequeño grupo de voluntarios y personal de PBI se reunió y formó un comité para investigar la situación y formular una propuesta.
Una primera visita a Nicaragua en noviembre de 2018 reveló rápidamente que no había posibilidad de establecer un proyecto dentro del país, debido al nivel de represión y a la inhabilidad de las organizaciones para funcionar abiertamente. Todas las reuniones, manifestaciones o actos de protesta estaban reprimidos; las oficinas de muchas organizaciones cerradas, y un gran número de personas estaban abandonando el país hacia Costa Rica o más lejos. Quedó claro que, si PBI iba a apoyar a personas defensoras de derechos humanos nicaragüenses y a sus organizaciones, tendría que ser desde fuera.
A principios de 2019, dos miembros del comité visitaron Costa Rica y hablaron con muchas personas nicaragüenses recién llegadas y con otras trabajando con la comunidad exiliada en San José, explorando ideas sobre lo que podría aportar PBI para aliviar la terrible realidad de una población creciente de solicitantes de refugio y refugiados, muchos de los cuales habían dejado su hogar y su familia, con miedo y con pocas posesiones, abandonando o habiendo perdido sus trabajos profesionales o sus estudios universitarios y acreditaciones académicas. Las personas estaban con mucha incertidumbre: no sabían cuánto tiempo duraría esto. La necesidad de reunirse con otras personas en circunstancias similares era claramente evidente.
Hubo dos observaciones principales: en primer lugar, ante la llegada masiva de nicaragüenses en Costa Rica, había una marcada falta de capacidad de otras ONG o agencias internacionales que proporcionen protección y asistencia humanitaria para responder a las necesidades básicas de alojamiento, alimentación y asistencia médica. Esto contrastaba con lo que ocurría en otros países que experimentan una gran afluencia de solicitantes de refugio o asilo, y en los que el país de acogida recurre a organismos como la Agencia de Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR) u otros para obtener ayuda. En los primeros meses, parecía que Costa Rica intentaba minimizar el número de personas que llegaban y no se ponían en marcha los mecanismos necesarios. Todo ello aumentó la incertidumbre de la comunidad nicaragüense exiliada. En segundo lugar, la gente tenía dificultades para asimilar lo que les acababa de ocurrir y para identificar cómo seguir adelante.
Quedó claro que PBI podía responder a esta situación formulando un proyecto diferente al modelo tradicional de la organización que consiste en brindar presencia física para acompañar a personas y grupos que se enfrentaban a una amenaza inmediata contra sus vidas o su libertad por parte de las autoridades u otros grupos en su propio país. Esta vez, era importante proporcionar un espacio psicológica y socialmente seguro para que las personas pudieran procesar lo que les había sucedido, e iniciar el proceso de construcción de estructuras sociales y comunitarias para su propio apoyo y en apoyo de los que habían dejado atrás en Nicaragua. Esto requeriría un nuevo modelo de acompañamiento, y el comité se puso a diseñar un programa y buscar el apoyo financiero y logístico necesario.
El acompañamiento físico-político en este contexto no era necesario, pero sí el acompañar desde el desarrollo de capacidades, considerando tres líneas temáticas estratégicas:
Fortalecimiento organizativo: para poder ir estructurando y fortaleciendo aquellas iniciativas en el exilio, y las que ya venían haciendo un arduo trabajo en la defensa de los derechos humanos, contribuyendo a crear espacios de encuentro y abordar temas organizativos como la comunicación, pertenencia, referencia, motivos y motivaciones para ser parte de los colectivos, entre ello lo más importante encontrarse, reconocerse, y dialogar.
Protección / autoprotección: tomando en cuenta que aun en Costa Rica podrían darse situaciones de riesgo que constituyen una amenaza para la diáspora nicaragüense. Por otro lado, conociendo que en Nicaragua quedaron muchas organizaciones, que aún están viviendo situaciones de riesgo, y a través de quienes están fuera, pudieron acceder a espacios formativos que les brinden herramientas de autoprotección.
Acompañamiento psicosocial: la violencia sociopolítica deja secuelas en toda la sociedad, y el exilio sigue siendo uno de los impactos, por ello se plantearon temas que permitan resignificar las experiencias y reconstruir proyectos de vida personales y colectivos. Ha sido importante poder partir del sentir, apalabrar y dar significado a las experiencias, resignificarlas y dar respuesta desde las herramientas individuales y colectivas. Desde PBI buscamos aportar en estas herramientas para fortalecer a las personas nicaragüenses defensoras de derechos humanos.
En los primeros meses de 2020, el proyecto contaba con dos personas a tiempo completo, de los cuales sólo una permaneció en San José parte del año inicial a raíz de la pandemia de coronavirus. A pesar de que todos los talleres y las sesiones de formación tenían que realizarse en línea y de que era imposible que hubiera grupos y oportunidades para reuniones informales presenciales, el equipo siguió adelante y construyó relaciones con y entre grupos, incluidos el Movimiento Campesino, el Bloque Costa Caribe en el Exilio, así como un grupo de mujeres y otro de jóvenes universitarios.
En la gestión 2021, continuamos el trabajo virtual en el primer trimestre, generando paulatinamente espacios presenciales formales e informales. El encontrarnos ha sido fundamental. Nuestro trabajo permaneció con los grupos mencionados, y fue incorporando a grupos como la Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia, la Red de Mujeres Pinoleras, las juventudes, apoyos puntuales a periodistas, así como fortalecer lazos con organizaciones ya conformadas en el exilio y aquellas que trabajan de igual manera para contribuir al tejido social de la diáspora nicaragüense en Costa Rica.
Paralelamente, se implementó la línea de trabajo en incidencia y comunicación, ampliando las acciones de desarrollo de capacidades y a la vez generando acciones en torno a la visibilización de la situación de Nicaragua y el exilio a nivel internacional.
Con la participación de PBI en diferentes plataformas y en la constante coordinación de acciones con los grupos nacionales de PBI en Europa y Estados Unidos, se ha impulsado la participación de diferentes defensores y defensoras en exposiciones, debates, e intercambios con representantes internacionales, fortaleciendo sus mensajes y, en algunos casos, facilitando el acceso a estos espacios.
Aunque las sesiones de formación y los talleres han sido el aspecto más visible del proyecto, quienes trabajan con personas defensoras de los derechos humanos de primera línea reconocerán la importante contribución que puede hacer una organización de acompañamiento internacional como PBI con su sola presencia. Tanto a nivel individual como organizativo, las personas con las que trabajamos aprecian el apoyo que les brindamos, el reconocimiento de su situación, la importancia de los vínculos internacionales y la visibilidad que podemos proporcionar.
Cuando el proyecto pase a la siguiente fase, en 2022 y 2023, será este trabajo directo de incidencia y comunicación, llevado a cabo por el proyecto Nicaragua-Costa Rica junto con los muchos grupos de PBI en la región, en Europa y en otros lugares, el que ayudará a dar la tan necesaria «visibilidad» a lo que ha ocurrido en Nicaragua, y a lo que los muchos nicaragüenses exiliados quieren que se reconozca por parte de la comunidad internacional.
Como organización, esperemos no fallarles.
PBI Nicaragua en Costa Rica
Fotografía: Gabriela Vargas
Este artículo es parte de la revista de PBI Nicaragua en Costa Rica “Voces nicaragüenses en resistencia”, un proyecto que une distintas voces del exilio nicaragüense en Costa Rica. Se trata de un homenaje a las organizaciones y colectivos nicaragüenses que, desde el exilio, trabajan continuamente en la defensa de los derechos humanos, reuniendo las voces y los testimonios de quienes promueven esta labor a través de la acción no violenta y bajo una cultura de paz.