Latinoamérica y El Caribe es una región donde se han dado y se siguen dando grandes flujos migratorios que tienen su origen en factores económicos como la desigualdad y la pobreza, el desempleo y la falta de oportunidades para el desarrollo integral de las personas; factores sociales como consecuencia de la inseguridad que genera la violencia del crimen organizado de las maras y los carteles de la droga;
- pero también influyen factores políticos como la represión y el terror que han generado las dictaduras militares; desplazamientos forzados producto de las guerras como las de Colombia y Centroamérica en los años ochenta; y más recientemente la violencia política que producen estados policiales como el de Venezuela y Nicaragua.
Aunque el mayor flujo migratorio históricamente se ha dado en dirección sur-norte, principalmente desde México y el Triángulo Norte hacia Estados Unidos; también existe registro de migraciones sur-sur entre países de la región, por ejemplo: en El Caribe desde Haití hacía República Dominicana; en Centroamérica desde El Salvador y Nicaragua hacia Costa Rica y Panamá;
- y en Sudamérica estas oleadas se han registrado desde Bolivia y Perú hacia Chile; de Paraguay y Uruguay hacia la Argentina; y desde Venezuela hacia varios países de la región, en el que se conoce como el mayor exilio sur-sur que se ha registrado en las últimas dos décadas.
En este breve artículo se hará una semblanza de lo que ha sido y es la migración nicaragüense en Costa Rica. Se iniciará con un recuento puntual de los principales hitos que han marcado esta migración, se describirán algunas características que diferencian unas migraciones de otras; y finalmente contaremos un poco sobre esta última migración política y los retos que está enfrentando para integrarse en el país.
Una relación histórica
La migración desde Nicaragua hacia Costa Rica tiene una larga historia, sobre esto la socióloga Catalina Benavides -en su artículo titulado “Costa Rica: retos de integración de la inmigración política nicaragüense de 2018”- nos cuenta que esta migración puede leerse desde cinco coyunturas principales:
- La dictadura somocista (1937 - 1979);
- La revolución sandinista y el gobierno revolucionario (1979-1990);
- El periodo de transición a la democracia liberal que inició con las elecciones de 1990;
- La involución democrática (2006-2018); y
- La coyuntura actual que inicia a partir del ciclo de protestas de abril del 2018.
Contextos en los que también se han registrado algunos puntos álgidos con mayor migración como el terremoto de 1972 y el levantamiento contra la dictadura somocista a finales de la misma década.
O por ejemplo en el año 2018 a partir de la operación limpieza en la que el gobierno de Ortega y Murillo hiciera uso de grupos de paramilitares pertrechados con armas de guerra para quitar los tranques que se habían instalado para presionar su salida del gobierno.
- y más recientemente con el encarcelamiento de los principales contendientes para disputarle el poder al Gobierno, y el cierre y cancelación definitiva de la alternativa de unas elecciones libres y transparentes para lograr un cambio democrático.
Migración económica
Antes de hablar de estas coyunturas, no se puede obviar que esta migración ha sido principalmente la respuesta a un modelo económico promovido desde hace cuarenta años, en el que por una parte los sectores económicos costarricenses requieren de la mano de obra nicaragüense poco calificada para cubrir el déficit de recurso humano en sectores como la agricultura, construcción y servicios;
- y por otra parte, como una alternativa a las malas condiciones sociales, económicas y políticas de Nicaragua.
Y aunque en varias situaciones las motivaciones para movilizarse pueden responder a razones de diversa índole, no se puede obviar que estas décadas han estado marcadas principalmente por una relación de migración laboral transnacional.
Más adelante retomaremos este punto, primero hablaremos un poco de las migraciones políticas.
Migración política
La dictadura somocista
La estabilidad política de Costa Rica es una de las razones por las que decenas de nicaragüenses, obligados a abandonar Nicaragua durante la dictadura somocista, prefirieron instalarse ahí, en lugar de ir a Honduras o El Salvador.
Una de las características que más se destacó en esta época fue la presencia de grandes personalidades nicaragüenses: escritores, músicos, poetas, teólogos, académicos y figuras emblemáticas de la política nicaragüense.
Además, en este primer momento en Costa Rica surgieron grupos de lucha internacionalista en solidaridad con el pueblo nicaragüense, producto de un discurso internacional enmarcado por la Guerra Fría y al calor de las posturas políticas.
La revolución sandinista
En el libro “Los amigos venían del sur” del escritor José Picado Lagos, se cuenta que unos 350 costarricenses participaron activamente con las fuerzas del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), en el Frente Sur, como parte de la brigada Carlos Luis Fallas y la brigada Mora y Cañas, en la década de 1970. Posteriormente, otros tantos enfrentaron a los contrarrevolucionarios apoyados por el Gobierno de los Estados Unidos, en los ochenta; muchos de esos vínculos se mantienen activos hasta el día de hoy.
El gobierno revolucionario
Por otra parte, en la tesis que lleva por título “Refugiados centroamericanos en Costa Rica: El aporte del Gobierno durante el Proceso de Paz 1980 – 1995” de Inés Guerrero Sirker, se explica que desde el comienzo de los conflictos bélicos de los años ochenta en Nicaragua, El Salvador y Guatemala, más de 250 000 centroamericanos dejaron sus países de residencia y recibieron protección y asistencia oportunas por ser refugiados en los países vecinos, con la participación de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Estos años fueron muy difíciles para los nicaragüenses porque hubo mucha represión por parte del gobierno revolucionario del frente sandinista, quienes tenían controlado todo el país y perseguían a los opositores. A inicios de esta década 35 mil nicaragüenses fueron reconocidos y asistidos como refugiados. En el censo de 1984 en Costa Rica se registraban más de 84 mil personas nacidas en el extranjero, de las cuales casi 46 mil eran de origen nicaragüense.
Esta afluencia de nicaragüenses en Costa Rica fue provocada por la represión política, pero también por la crisis económica. No se cuenta con mucha información sobre la característica de esta migración política, pero la migración de los 80, después del triunfo de la revolución sandinista, simbolizó la ruptura del tejido social de Nicaragua como resultado de la guerra civil.
Transición a la democracia liberal
En la década de los noventa la historia es un poco distinta, según un reporte del BID a partir de 1990, el flujo de migrantes nicaragüenses a Costa Rica aumentó, motivado principalmente por la reunificación familiar y la búsqueda de empleo y mejores condiciones socioeconómicas.
La mayor parte de esta población migrante llegó a Costa Rica en la década de los noventa y especialmente después del 2000. Los resultados del Censo 2011 muestran que en el caso de la población nicaragüense, el 34% llegó en el período 1990 - 99 y el 37%, después del año 2000.
Crisis sociopolítica del 2018
Las que inicialmente fueron unas protestas pacíficas, escalaron rápidamente a escenarios de violencia que llevó a la movilización forzosa de miles de nicaragüenses que debieron solicitar refugio en Costa Rica.
A partir de mayo de 2018, se da un incremento de solicitudes de refugio de nicaragüenses pasando de 4 solicitudes en enero a 3,344 en junio. Esta tendencia elevada se mantuvo para el año 2019. En total, de acuerdo con datos brindados por la Dirección General de Migración y Extranjería (DGME), entre el año 2018 y marzo de 2020 se han recibido 62,992 solicitudes de refugio de nicaragüenses.
Esta migración política ha sido diversa, algunas personas ingresaron por puntos oficiales, otras por montaña y puntos ciegos, otras en grupos o de forma individual, entre ellos jóvenes, estudiantes, campesinos y profesionales.
Pero esta diversidad también se expresa en características que no encajan en el imaginario costarricense del “otro” nicaragüense, que se vino construyendo por décadas a partir de la migración económica de los noventa, y que ha venido a ser retado por esta nueva migración heterogénea en donde destacan estudiantes y profesionales.
Sobre este asunto queremos hablar un poco.
Retos para la integración del exilio azul y blanco
Más allá del trabajo organizativo y de la diversidad de las propuestas políticas que caracteriza al exilio azul y blanco -es decir la última generación de exiliados nicaragüenses- hay un asunto más cotidiano que influye directamente en la integración social y cultural de esta población en la sociedad costarricense.
Para iniciar retomaremos lo que mencionamos sobre el modelo económico promovido desde hace cuarenta años en Costa Rica.
Este es un factor que ha incidido completamente en la oferta laboral, al respecto encuestas realizadas por la UCR reflejan que el 71% de los inmigrantes nicaragüenses se emplea en los siguientes sectores: agricultura (26%), construcción (16%), comercio (15%) y manufactura (14%);
- unos porcentajes que responden a un perfil de migrantes cuya mano de obra es absorbida por ocupaciones que se concentran en trabajos de baja calificación, algo que se corresponde con los niveles de escolaridad, pues mayoritariamente cuentan con un nivel educativo entre primaria y secundaria.
Esto significa que el mercado laboral costarricense no está preparado para absorber un perfil de migrantes con niveles de educación superior, pues muchas personas son profesionales o estudiantes universitarios, y a su vez las posibilidades de obtener un trabajo de acuerdo con las necesidades y expectativas de esta migración son complejas y de gran dificultad porque las opciones laborales que ofrece este mercado son de menor calificación sustentadas en las relaciones económicas históricas.
Además, muchas personas solicitantes de refugio perciben narrativas excluyentes de parte de costarricenses, ya que no les atribuyen características nicaragüenses, como el acento y la apariencia física, y les confunden con personas venezolanas o provenientes de Colombia.
Otra cuestión que puede influir en la integración de esta población, radica en el deseo del retorno. A diferencia de los inmigrantes económicos que visualizan un proyecto de vida en Costa Rica, las personas solicitantes de refugio anhelan retornar a lo que consideran les fue arrebatado.
Denis Cáceres
[Fotografía: Fransk Martínez]
Este artículo es parte de la revista de PBI Nicaragua en Costa Rica “Voces nicaragüenses en resistencia”, un proyecto que une distintas voces del exilio nicaragüense en Costa Rica. Se trata de un homenaje a las organizaciones y colectivos nicaragüenses que, desde el exilio, trabajan continuamente en la defensa de los derechos humanos, reuniendo las voces y los testimonios de quienes promueven esta labor a través de la acción no violenta y bajo una cultura de paz.