Articulo publicado en el Boletín especial 15 años, octubre 2009
PBI Barrancabermeja
En los comedores, las mujeres de la Organización Femenina Popular reciben las denuncias sobre los abusos cometidos por los paramilitares en Barrancabermeja.
Yolanda Becerra, coordinadora de la Organización Femenina Popular (OFP) y del Movimiento de Mujeres contra la Guerra y por la Paz, recuerda la toma paramilitar de Barrancabermeja a finales del año 2000 y el impacto que este hecho tuvo en las organizaciones sociales y en la OFP en particular.
La incursión paramilitar
Yolanda Becerra: En la noche del 23 de diciembre del año 2000 llegaron los paramilitares a la ciudad. Montaron sus comandos y entraron en el barrio 1º de Mayo. Asesinaron a varias personas en la calle y en la cancha. Tomaron casas de personas dirigentes de los barrios, dirigentes comunales, sociales, entrando como 10-20 en cada casa. Ahí secuestraron a las familias: las mujeres tenían que prepararles comida, usaron la ropa de las familias y los niños no pudieron ir a escuela.
Así respondió la gente
YB: El 24 de diciembre fuimos al barrio 1º de Mayo. Era como un campo de concentración. Sólo se veían hombres vestidos de negro y armados hasta los dientes y portones cerrados. La policía les llevaba comida a los paramilitares en aquellas casas.
Para apoyar a las familias secuestradas, mujeres que venían a los comedores para comprar un plato de sopa nos daban un papelito con la dirección de sus casas. Sabían que nosotras podíamos hacer las denuncias.
Desde este momento empezamos a recibir cada día denuncias en los comedores. Entonces, el Espacio de Trabajadores y Trabajadoras de Derechos Humanos junto con la Unión Sindical Obrera (USO), que en este momento tuvo un papel muy importante, lograron organizar una comisión verificadora especializada para que las personas dieran sus testimonios y denunciaran. Esta comisión denunció los vínculos de instituciones del Estado con los paramilitares y la responsabilidad de los paramilitares en la toma de Barrancabermeja. Mucha gente que a pesar de la angustia y el temor hizo denuncias, o fue asesinada o tuvo que desplazarse.
Los manuales de convivencia
YB: Durante la toma se impuso un manual de convivencia que establecía normas de comportamiento para todas las personas: horarios de acostarse, los colores con los cuales la gente se podía vestir, etc. Los jóvenes no podían ponerse aretes porque les arrancaban las orejas; las jóvenes que no les aceptaban los amoríos a los paramilitares eran amenazadas y golpeadas. Trabajamos mucho para las jóvenes, a muchas les salvamos las vidas.
La resistencia de las mujeres de la OFP
YB: En este entonces la OFP era fuerte y esto nos dio la posibilidad de resistir, pero los seis años de resistencia llevaron a un desgaste. El trabajo afectó a las integrantes de la organización, en un contexto donde se aterrorizó y se destrozó el tejido social. Las mujeres habían buscado a los desaparecidos, sacado a los muertos de los ríos, acompañado a las familias, tramitado denuncias, visibilizado la situación a todas las comisiones internacionales que llegaron. Esto nos hizo olvidarnos de nosotras mismas y nos afectó, con impactos que todavía se notan.
Otro aspecto destacable fue la pérdida de la confianza política de un tejido fuerte, de una región fuerte, de una resistencia de Barranca. Eso también nos afecto. A pesar de los altos costos humanos, económicos y políticos en este contexto logramos resistir mucho tiempo. Así que no lograron silenciarnos o uniformarnos totalmente.