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1994-1996. «Ceder es más terrible que la muerte»

1994-1996. «Ceder es más terrible que la muerte»


La Hermana Noemí del Comité Cívico de Meta, junto a dos voluntarios de PBI

Articulo publicado en el Boletín especial 15 años, octubre 2009

Soraya Gutiérrez Argüello, Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo (CCAJAR)

En 1995 PBI comienza a acompañar a Josué Giraldo, defensor de derechos humanos que luchó por sacar a la luz pública las violaciones de derechos humanos cometidas en Colombia. Fue asesinado un año más tarde.

Peace Brigades International comenzó a realizar acompañamiento al Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo en el año 1995. En este mismo año, tuvieron lugar los primeros contactos de PBI con el Comité Cívico de Meta, constituido como una confluencia de organizaciones de derechos humanos, sociales, médicos, dirigentes agrarios y sindicales y miembros de la Unión Patriótica (UP).  Se reunieron a raíz de la grave situación de derechos humanos que enfrentaba el departamento, debido a los  asesinatos, amenazas y hostigamientos a los que estaban siendo sometidos líderes sociales y políticos de la región. 

Después de constituirse como movimiento político, la Unión Patriótica  logró una importante votación en varias regiones de la geografía nacional, lo que les permitió obtener varios cargos a corporaciones públicas. En el Meta, fueron numerosos los alcaldes, concejales y diputados que alcanzaron las curules en representación del naciente partido político. Dado el impacto de la Unión Patriótica en el departamento, se emprendió una política sistemática de persecución y eliminación de sus integrantes por parte de estructuras paramilitares que actuaron con la complicidad y aquiescencia de la Séptima Brigada del Ejército nacional 1.

La muerte, la desesperanza y el miedo se fueron apoderando de los habitantes de la región, todos los días aparecían asesinados miembros de la UP. Se calcula que entre 1985 y 1995 se ejecutaron 36 masacres y fueron asesinadas más de 700 personas 2, incluyendo alcaldes, diputados y otros líderes de la región, todas estas acciones tenían un claro objetivo el aniquilamiento de la Unión Patriótica en Meta3.

Ante este panorama, en el año 1991 surge el Comité Cívico de derechos humanos, como un espacio para contrarrestar la violencia paraestatal y realizar un fuerte trabajo de denuncia sobre la actuación de las fuerzas paramilitares, los vínculos de Víctor Carranza, importante empresario de esmeraldas, y las Fuerzas Militares, y se denunciaron los centros de entrenamiento de los paramilitares que contaron con la asesoría de mercenarios británicos e israelíes y ex militares del Magdalena Medio.

Una vez inició sus actividades, el Comité no fue ajeno a esa campaña de persecución. Ante esta situación, Josué Giraldo Cardona, en su condición de presidente, se desplazó a Bogotá con el ánimo de buscar apoyo y solidaridad y se reunió con organizaciones como la Comisión de Justicia y Paz, el Comité de Solidaridad con Presos Políticos, el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo y la Comisión Colombiana de Juristas, entre otras.

En este contexto, Peace Brigades International inició un proceso de acompañamiento al Comité Cívico. Los primeros defensores a quienes se les prestó acompañamiento fueron Josué Giraldo y la religiosa Noemí Palencia. Recuerdo a una  de las primeras brigadista, era una joven alta, de pelo largo, que se llamaba Pascale, a quien cariñosamente la llamaba «Pascual», porque es un nombre comúnmente utilizado por los campesinos de la región Cundiboyacense. 

A principios de 1995, el Comité se vio obligado a cerrar sus puertas, y los miembros fueron desplazados forzosamente a Bogotá. Como forma de apoyo a la labor del Comité, iniciamos la campaña SOS Derechos Humanos por el Meta y se obtuvo la conformación de una comisión de seguimiento mixta, que incluía a organizaciones de derechos humanos y al Estado colombiano. Contó también con el acompañamiento de la embajada alemana y PBI, quienes contribuyeron al impulso de esta comisión. 

Entre los objetivos de la campaña se encontraba el apoyo a los procesos judiciales  de varios crímenes cometidos en el departamento. Sin embargo, la falta de voluntad política del Estado colombiano se impuso como una muralla e impidió que este proceso avanzara. A pesar de ello, el trabajo de Josué no cesó, y la incidencia realizada en la campaña motivó una invitación en 1995 para que visitara el Parlamento Europeo y asistiera a las audiencias de la entonces Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Con una maleta cargada de denuncias y con la esperanza de que la solidaridad internacional presionaría para que la situación de derechos humanos mejorara, partió Josué hacia Europa, donde presentó el testimonio desde lo vivido, desde su compromiso con las víctimas, desde su lucha incansable contra la impunidad y la injusticia. Y con la única arma que tenía, su voz, las voces de miles de víctimas, denunció lo que estaba ocurriendo en Colombia. La humanidad con la que pronunció sus palabras logró despertar la sensibilidad de muchos sectores y fue así como el Parlamento Europeo emitió un pronunciamiento sobre la situación de los derechos humanos en Colombia y en el departamento de Meta. Hoy todavía escuchamos sus palabras: 

«La defensa de los derechos humanos surge en mí ligada al problema de la violencia, porque cuando empezamos a gestionar las demandas de justicia en las diferentes instancias judiciales y de control disciplinario, fue acompañando a viudas de asesinados, de desaparecidos. […] Hemos querido responder con un planteamiento central que es el de la vida. La vigencia de la vida, la indoblegabilidad de la vida y la urgencia de defenderla para que sea posible la confrontación democrática en el juego civilizado de las palabras y no en los escenarios del asesinato, la masacre o la guerra. […] Que fuese posible colocar la vida como un valor central, implicó que reclamáramos en consecuencia el cese no solamente de las violaciones a los derechos humanos, sino a la guerra misma. Nuestro mensaje sigue siendo la urgencia de la paz»4.

Josué era un ser humano íntegro, un padre y esposo ejemplar, un defensor de derechos humanos dispuesto a defender la vida con dignidad. A pesar de haber sido víctima de un atentado que lo tuvo al borde de la muerte (en su pueblo natal de Pensilvania),  no claudicó ante el dolor de las víctimas, no abandonó su lucha por la verdad y contra la impunidad. Esa impunidad que corroe los cimientos más profundos de un Estado, de una sociedad, esa impunidad que ha permitido la repetición de los crímenes, esa impunidad que asesinó a Josué el 13 de octubre de 1996 cuando se encontraba en Villavicencio con sus dos pequeñas hijas de cinco y siete años. Sí, porque a pesar de las amenazas que había contra su vida, quiso ser humano, quiso ser padre, quiso ser amigo. Viajó a visitar a su familia buscando compartir un fin de semana con sus niñas, pero  el exterminador de sueños y esperanzas, cegó la vida de este extraordinario ser humano 5.

Josué solía repetir que «ceder es más terrible que la muerte», y como un homenaje a su memoria publicamos en 1997 el informe con este título. Trece años después del asesinato de Josué, el Comité ha reabierto sus puertas, y con el acompañamiento de PBI continúa aportando a la organización de las víctimas, la reconstrucción del tejido social, y la defensa de los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación integral, para que nunca más se cometan más crímenes.

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1 «Ceder es Más Terrible que la Muerte: 1985-1996; una Década de Violencia en el Meta», Abogados Demócratas; ASCODAS; Justicia y Paz, Bogotá: 1997

2 «Cortarle las alas a la impunidad»,  Testimonio de vida de Josué Girlado. Testimonio recogido por Luís Guillermo Pérez Casas. Centre National de Developpement au Coopération, Bruselas, Bélgica: 1997, página 25

3 «Ceder es Más Terrible que la Muerte: 1985-1996; una Década de Violencia en el Meta», Abogados Demócratas, ASCODAS, Justicia y Paz, Bogotá: 1997

4 «Cortarle las alas a la impunidad» Testimonio de vida de Josué Girlado. Testimonio recogido por Luís Guillermo Pérez Casas, Centre National de Developpement au Coopération, Bruselas, Bélgica: 1997, página 104

5  «Durante el 53 período de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas se rindió un minuto de silencio en la plenaria del 11 de marzo de 1997 en homenaje a la memoria de Josué Giraldo. [...] En el mismo sentido el Relator contra las Ejecuciones Sumarias, señor Bacre Maly Ndiaye, en la plenaria del 9 de abril de 1997, manifestó que “los defensores de los derechos humanos, como en el caso de Josué Giraldo, merecen más que un homenaje póstumo. Nosotros les debemos, gobiernos y órganos de Naciones Unidas, respeto y protección“». Tomado de «Cortarle las alas a la impunidad» (página 114)